EXPOSICIÓN LORENA ÁLVAREZ - HASTA EL 11 DE MARZO


Exposición en CasaTinta febrero 2017


Lorena Álvarez. Nightlights
Londres: Nobrow Ltd. 2016
Escrito por Santiago Navarrete para CasaTinta

-Señor Conde Lucanor -dijo Patronio-, el cuervo encontró una vez un gran pedazo de queso y se subió a un árbol para comérselo con tranquilidad, sin que nadie le molestara. Estando así el cuervo, acertó a pasar la zorra debajo del árbol y, cuando vio el queso, empezó a urdir la forma de quitárselo.

“Cuento V”, El Conde Lucanor. Don Juan Manuel


Nightlights, un libro de Lorena Álvarez (2016), empieza en un tiempo en el que existe nada, la página en blanco. Esta se vuelve un suelo cuando aparecen los dibujos de una niña en las hojas de un cuaderno, tiradas junto un par de flores verdes y brillantes hechas de líneas y curvas. Después, al fondo, se lee la orden de un personaje y nos enteramos del nombre de la niña que dibuja, se llama Sandy; la orden la da su madre: ya es hora de ir dormir. Pero en lugar de esto, dentro de su habitación púrpura, Sandy atrapa entre sus manos las luces que caen sobre sus sábanas y junto al lector, pasa la página que la lleva del tiempo cotidiano al de la fantasía. Esta surge como una expansión de los colores, como un movimiento de la imaginación que conquista la noche por medio de la luz y del brillo que se transforman hasta suspender a la niña, a Sandy, entre burbujas y bosques donde habitan personajes indescriptibles.




Sin embargo, las fantasías de Sandy cambian cuando conoce a Morfie: una niña nueva que ha llegado a su escuela y que en la noche aparece entre sus fantasías para halagar sus dibujos y ofrecerle un trato. Sandy puede dibujar para ella y ser muy feliz, pero la condición es que deje a un lado las burbujas y los bosques, las líneas y las curvas, para convertirlas en ojos alargados que miran sin mirar y dedos refinados que pretenden alcanzar con sus puntas el brillo que inspira sus dibujos. Sandy debe recurrir a las aburridas lecciones de su escuela para liberarse de la insistencia de Morfie y poder devolver a sus fantasías su estilo original.

Nightlights es un libro sobre el regreso, muestra al lector la naturaleza del encuentro con las fuerzas inconscientes que nos habitan y nos hacen considerar las posibilidades de la locura como una realidad. Conocer estas fuerzas nos hace desplazar hacia otras posibilidades de ver y representar el mundo, como le ocurre a Sandy, pero también implican el encuentro con formas nuevas del peligro. Ella descubre los halagos a través de Morfie, quien admira sus dibujos (para los demás personajes son una pérdida de tiempo) y a través de la adulación, descubre la ilusión y la frustración de los deseos.



Podemos decir que solo se encuentra algo cuando lo buscamos pero también, algo nos puede aparecer frente y sonreírnos, lo que haría de nosotros el objeto buscado. En el primer caso, recurrimos a una exploración intencional para hallar lo que necesitamos; en el segundo, la ironía y la sorpresa son los efectos que nos atormentan y seducen: nos hacen otro, nos roban la identidad.

Sandy se enfrenta al temor frente a lo desconocido y aprende a manejar el riesgo que tiene el encantamiento que habita en los halagos. Nighlights no puede ser, por eso, un libro sobre el miedo; trata sobre la valentía que implica cualquier acto creativo que se realiza en un mundo donde lo extraño es incomprendido y por eso, intenta ser modificado. Sandy le enseña al lector a enfrentarse a los deseos que crecen en la mente de quien se deja llevar por sus propias fantasías hacia un mundo donde cualquier cosa es posible. Sin este enfrentamiento, Sandy nunca reconocería que en sus dibujos está el origen del universo, del mundo que la rodea y de su propio carácter y disciplina.

A través de sus ilustraciones, Lorena Álvarez produce sonidos en la mente del lector y genera la ilusión de un movimiento que se da cuadro por cuadro para mostrar a los lectores (niños de cualquier edad) que solo por medio de lo infinito se puede controlar la necesidad que sentimos cuando nos encontramos con nosotros mismos: la necesidad de acabar con lo bello, de cambiar lo extraño. 




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